El Proyecto de la Bruja de Blair: 15 años después

domingo, 3 de agosto de 2014
A través de una mentira que parecía muy real, los creadores de El Proyecto de la Bruja de Blair (The Blair Witch Project) dieron el gran golpe en taquilla e introdujeron un nuevo género de terror: el metraje encontrado (del inglés “found footage”). Producto de un momento determinado en el que Internet era lo bastante grande para difundir rumores, pero no lo suficiente como para desmentirlos, es considerada por Forbes (y por casi todo el mundo) como no solo una de las primeras, sino la mejor campaña de marketing viral. Este verano se cumplen 15 años desde que una película dirigida por dos estudiantes de cine y rodada con videocámaras cambió las normas del cine de terror, redefinió Hollywood y dio a conocer la importancia de Internet como medio publicitario.



La realidad tras uno de los hitos cinematográficos.

Una gran cantidad de ficción entró en juego a la hora de convertir la película de terror, aparentemente real, El Proyecto de la Bruja de Blair, en una realidad. Comenzando con su argumento, que aparece convenientemente resumido en una especie de títulos de crédito que sirven como tarjeta de presentación justo antes de que comience la película: “En 1994, tres estudiantes de cine con más cámaras que sentido común se adentraron en los bosques de Maryland para investigar la leyenda de la Bruja de Blair. Nunca regresaron, pero un año más tarde las grabaciones que hicieron durante su desafortunado viaje fueron encontradas y mostradas al mundo”.

Pero lo que ocurrió en realidad fue lo siguiente. En primer lugar, las grabaciones que vemos en la película fueron grabadas en 1997, no en 1994. En segundo lugar, los estudiantes de cine no eran realmente estudiantes de cine, sino actores que habían hecho una audición para formar parte de esta producción, tan inspiradora como imprudente. Por último, la misma Bruja de Blair - junto con toda la mitología a su alrededor - fue una invención, ideada por los directores de la película, Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, que continuaría siendo desarrollada posteriormente por otros autores en diferentes libros y videojuegos vinculados a la película.

Lo único auténtico en El Proyecto de la Bruja de Blair son las escenas de los tres “estudiantes”, Heather (interpretada por Heather Donahue), Josh (Joshua Leonard) y Mike (Michael C. Williams) caminando por los bosques de los alrededores de Burkittsville, Maryland. El trío pasó varios días en mitad de la naturaleza, llevando sus propios suministros, inventándose sus propios diálogos (a partir de un detallado guión escrito por los directores) y filmando su viaje con un par de cámaras: una videocámara Hi-8 y una cámara de 16mm que grababa en blanco y negro.


Pero incluso este pequeño atisbo de realidad queda envuelto en ficción puesto que los actores seguían la ruta que les habían preparado los cineastas, quienes trazaban su trayectoria por el Parque Estatal de Seneca Creek en Maryland con unidades GPS. Durante la grabación, los directores interactuaban regularmente con los actores fuera de cámara para pedirles que hicieran diferentes tomas de una misma escena o para darles notas sobre cómo actuar y sobre el desarrollo de la historia, por ejemplo, cómo reaccionar al encontrarse determinados objetos o al escuchar determinados sonidos. Para una película que consigue su drama y sus sustos por su inmediatez, lo cierto es que en su mayor parte casi todo estaba cuidadosamente planeado con antelación.

Y esto es lo más impresionante de El Proyecto de la Bruja de Blair, que mientras la estás viendo no te das cuenta de cómo manejan los hilos. Aunque por supuesto, puedes percibir grietas en el guión si prestas la suficiente atención, especialmente tras varios revisionados. Pero todo el trabajo preliminar llevado a cabo por los directores le da a la película una coherencia interna y un desarrollo narrativo que no han tenido el resto de películas de “metraje encontrado” que aparecerían después.

Por ejemplo, en 2007 se estrenó Paranormal Activity, que se basa en diferentes intentos de asustar al espectador utilizando la estética de película de metraje encontrado (normalmente definido como una cámara con un punto de vista en primera persona, con un montaje irregular y entrevistas al estilo de falso documental, entre otros elementos) para lograrlo, pero sin pensar demasiado en desarrollar lo que sucede entre susto y susto. A diferencia de esto, El Proyecto de la Bruja de Blair no aísla sus momentos más escalofriantes del resto de la historia; en su lugar, la película se desarrolla en conjunto, guiándonos de forma natural e inevitable hacia el terrible destino de los personajes.



Un nuevo género, precursor de la telerrealidad.


Aunque El Proyecto de la Bruja de Blair es considerado como el largometraje que hizo comenzar el auge de las películas de metraje encontrado en el cine contemporáneo, técnicamente no fue la primera de este estilo. La perturbadora película italiana de 1980, Holocausto Caníbal (Cannibal Holocaust) empleó el mismo argumento de “un grupo de cineastas se perdió en el bosque y aquí está lo que grabaron”, pero utilizando caníbales en lugar de brujas como antagonista. E incluso antes, pseudo documentales como el infame Este Perro Mundo (Mondo Cane) de 1962, que buscaba hacer pasar por reales unas grabaciones falsas de muertes espantosas y caos en general.

A pesar de no ser la primera de su género, La Bruja de Blair ha tenido un impacto más duradero que sus predecesoras, debido a su habilidad de ejecución, su grado de éxito y, lo que es más importante, que apareció en el momento oportuno. Curiosamente, su aproximación al documental surgió inicialmente a causa de necesidades económicas más que creativas. En una entrevista realizada por la revista Entertainment Weekly en 1999, Sánchez dijo: “Iba a tener el aspecto de un documental porque no teníamos dinero”.

Estrenada en 1999, poco antes del auge de la telerrealidad - aún quedaba un año para que la CBS estrenara el programa Supervivientes (Survivor), pero la MTV ya estaba emitiendo la octava temporada de The Real World - la película predijo una época en la que grabar nuestra vida diaria sería algo natural, especialmente entre jóvenes interesados por las tecnologías, como los protagonistas de la cinta. Heather, la directora del documental dentro del falso documental, tiene la costumbre de seguir rodando incluso cuando no está grabando material para su proyecto. Cuando le preguntan que por qué quiere “grabar todas las conversaciones en vídeo”, se detiene un momento antes de contestar “Tengo una cámara. No hace daño.” Para ella, la mera existencia de la cámara justifica su uso; en realidad sería más raro no estar grabando todo el tiempo.


Obviamente, el recurso narrativo central de la película requiere que Heather adopte esta actitud, puesto que si no estuviera filmando constantemente, tanto a sí misma como a Josh o a Mike, no habría ninguna grabación que pudiéramos “encontrar”. Pero hay otro nivel en su obsesión a seguir rodando sin importarle lo extrema que sea su situación; como Josh comenta durante la película, Heather consigue distanciarse de lo que realmente está sucediendo al tratar su vida como si de una película se tratara. La realidad parece un poco mejor, un poco más divertida y un poco menos espeluznante vista a través del objetivo de una cámara. En varios momentos durante la película, especialmente cuando su situación se vuelve cada vez más desesperada, le piden e incluso la amenazan para que deje de grabar, algo que no se siente capaz de hacer insistiendo que, “Es todo lo que me queda.

 
Creando una leyenda.

En la idea inicial que Myrick y Sánchez tenían para La Bruja de Blair, las últimas grabaciones realizadas por los estudiantes de cine tan solo iban a ser una parte de un gran falso documental. Cuando finalizaron el rodaje en Maryland, el equipo de producción volvió a Florida, donde comenzaron a trabajar en lo que denominaron “Fase II” de El Proyecto de la Bruja de Blair, durante la cual incorporarían nuevos elementos como entrevistas con expertos en ocultismo y con los padres de los estudiantes desaparecidos, también interpretados por actores. Pero mientras revisaban y montaban las grabaciones de Heather, Josh y Mike, sintieron que el material tenía la suficiente fuerza como funcionar por sí solo.

De este modo, la realidad de la película fue remodelada una vez más en la sala de montaje mientras los directores construían secuencias completamente nuevas a partir de varias escenas diferentes, y omitían o cortaban las improvisaciones de los actores que no encajaban según su punto de vista. Por ejemplo, a Myrick y Sánchez les pareció que el ambiente estaba bastante alterado desde las primeras grabaciones, con los actores discutiendo entre ellos incluso antes de llegar al bosque. Así que eliminaron estas peleas pero dejaron los momentos más tranquilos y divertidos - representando la relación entre los personajes como más armoniosa de lo que realmente era.


Es decir, los directores estaban creando un guión a partir de un rodaje sin editar, del mismo modo en que lo hacen los programas de telerrealidad actuales. En esa industria, la tarea de manufacturar una realidad dramática a partir de una realidad real cae en manos de los editores de historias (“story editors”), quienes emplean muchas de las técnicas que Myrick y Sánchez utilizaron al hacer La Bruja de Blair, incluyendo la recontextualización de imágenes, enseñar a los actores qué decir en una escena en particular, y provocando circunstancias artificiales que garantizan que se desarrolle un conflicto. Es por eso que programas como Duck Dynasty le deben a El Proyecto de la Bruja de Blair lo mismo que películas como Devil Inside.
 

La película llega a las pantallas.

La ilusión de realidad fue el principal gancho comercial de La Bruja de Blair y lo que incitó al público a acudir a los cines en masa. Debido a películas como Scream, el género de terror se estaba ahogando en una fuerte consciencia de sí mismo a finales de los 90, dominado por películas que sabían que eran películas y a las que les gustaba hacer guiños al espectador entre asesinato y asesinato. La película de Myrick y Sánchez se posicionó como la antítesis a esto, ya que querían que los espectadores creyeran que lo que sucedía en la pantalla era auténtico, en lugar de deliberadamente artificial. La seriedad de la película, junto con su por aquel entonces extraño estilo, es indudablemente lo que impactó y sorprendió a la primera oleada de espectadores que acudieron a su estreno mundial en el Festival de Cine de Sundance en 1999.

Fue allí, en Park City, Utah, donde El Proyecto de la Bruja de Blair recibió por primera vez la reputación de ser la película más escalofriante de los últimos años. La distribuidora que adquirió la película - la ahora desaparecida Artisan Entertainment - continuó reforzando exitosamente esa impresión en la campaña publicitaria de La Bruja de Blair, ayudada por la apasionante cobertura mediática de Sundance. Para cuando la película se estrenó en cines ese verano, poca gente sabía de qué trataba, pero sí sabían que se suponía que era “totalmente escalofriante”.


Mientras que la hipérbole rodeando El Proyecto de la Bruja de Blair elevó la película a un mayor nivel de popularidad, esto también provocó que aumentara su nivel de exposición a todo tipo de críticas. Los espectadores entraban en los cines esperando volverse locos de miedo y, cuando esto no sucedía, salían enfadados y confusos - y también un poco mareados debido al manejo manual de las cámaras. Aunque la película fue un éxito, provocó divisiones extremas, con una significativa parte del público a la que no le importaba el tipo de terror que empleaba, mucho más psicológico, en lugar de los sustos repentinos. 

El hecho es que el verdadero tema de la película - y la fuente de su terror - no es en absoluto la bruja del título, sino la forma en que personas aparentemente normales y equilibradas pueden volverse en contra los unos de los otros (y contra sí mismos) cuando se encuentran en situaciones extremas. En el fondo, El Proyecto de la Bruja de Blair es una representación del quiebre del orden social desarrollado en un microcosmo, así como la destrucción del sentido de sí mismo de un individuo. Y como tal, es más inquietante que aterrador, lo que va unido a decepcionar a cualquiera que únicamente estuviera esperando una oleada continua de sustos y sobresaltos.

Las contradictorias reacciones que el público general tuvo ante El Proyecto de la Bruja de Blair pudo ser una de las razones por las que la mayoría de las películas de terror de metraje encontrado que se estrenaron después han empleado finales más convencionales. Por ejemplo, Paranormal Activity y sus secuelas son poco más que historias de casas encantadas con un fantasma que se aparece por la noche, mientras El Último Exorcismo (The Last Exorcism) incorpora muchas de las características diabólicas hechas famosas por William Friedkin en su gran éxito de 1973, El Exorcista (The Exorcist). En ambos casos, el estilo de falso documental es principalmente un truco para llevar a cabo sustos ya habituales de un modo un poco más original. Intencionadamente o no, La Bruja de Blair tiene aspiraciones más altas; utiliza los elementos del documental no necesariamente para hacer la historia auténtica, sino para hacer las sensaciones y sentimientos inspirados por la historia - miedo rabia y desesperación - auténticos. La grabación puede ser ficticia, pero las emociones son reales.



La primera campaña viral.

En el comienzo de la era de Internet, fue una película de terror financiada independientemente y con recursos limitados quien enseñó a Hollywood cómo emplear el poder del marketing en la red de redes.

Para ver ejemplos perfectamente conservados de cómo era el marketing de las películas en los primeros años de Internet, puedes visitar las páginas web de las películas Space Jam y Tienes Un E-m@il (You’ve Got Mail) estrenadas por Warner Bros. en 1996 y 1998 respectivamente. Ambas webs fueron creadas, estrenadas y mantenidas por el estudio para que sirvieran de apoyo a la campaña publicitaria de las mismas. Reúnen las características de los diseños de las primeras páginas web - desde gráficos limitados y mucho texto hasta una pequeña gama de colores y estructura cuadrada. Más allá de su diseño retro, lo que llama la atención cuando visitamos estas páginas hoy en día es lo superficiales que parecen. Mientras que cada una contiene una adecuada cantidad de información (en particular la de Space Jam), ninguna hace especial hincapié en vender a los visitantes la experiencia de ver la película. Esto tiene sentido puesto que, en aquel momento, la publicidad en televisión y medios impresos era el principal modo que los estudios utilizaban para promocionar sus producciones al público general; Internet tan solo era un apéndice de la campaña de marketing en lugar de ser la parte fundamental, como sucede actualmente.

Incluso aunque las herramientas de las páginas web aumentaron durante los 90, las grandes compañías de cine prefirieron continuar con los métodos tradicionales (y caros) de publicidad, dejando la exploración de la frontera digital a otros, como los creadores de El Proyecto de la Bruja de Blair. Desde el principio, Myrick y Sánchez parecieron ser conscientes de que conseguir que su largometraje fuera visto y estrenado supondría, de muchas maneras, un desafío mucho más grande que el de conseguir rodar la película. Para cuando los dos comenzaron a rodar La Bruja de Blair en 1997, la industria de cine independiente se había convertido en un gran negocio, y aunque eso significaba que el mercado para las películas de bajo presupuesto y que desafiaban lo convencional era más grande, también era más fácil que una película terminara perdida, en los circuitos de festivales donde todos competían por atraer la atención de las mismas distribuidoras o, si llegaban tan lejos, en los cines.


Pero Myrick y Sánchez tuvieron la suerte de que su película llegara con un gancho comercial - concretamente, ¿era La Bruja de Blair ficción o realidad? A diferencia de hoy en día, donde el metraje encontrado se ha convertido en un género en sí mismo, a finales de los 90 aún existía la posibilidad de persuadir a los espectadores de que la realidad manufacturada de la película podía ser en verdad algo real. Esta ilusión quedó aún más reforzada por el manejo deliberadamente casero de las cámaras, así como por el hecho de que los tres actores eran completamente desconocidos.

Los directores convirtieron la duda sobre la autenticidad de la película en su principal atractivo desde el principio, cuando aún se encontraban recaudando fondos para financiar la cinta durante el verano de 1997. Una de las personas que vio potencial en la idea fue el productor de cine independiente John Pierson, que invitó a Myrick y Sánchez a emitir parte de un primer piloto que habían hecho para la película - junto con material adicional que él financiaría - como un segmento para su programa de televisión Split Screen, que estaba finalizando su primera temporada en el canal IFC. El programa presentó la película como un hecho real, y tras la emisión del episodio, los cineastas se emocionaron al saber que los espectadores parecían habérselo creído. En octubre, la financiación estaba lista y el reparto y el equipo de La Bruja de Blair se adentraron en los bosques para aproximadamente una semana de grabación.

En abril, imágenes de la ya completada El Proyecto de la Bruja de Blair aparecieron una vez más en Split Screen como parte del estreno de la segunda temporada del programa. Pero sería en febrero de 1998 cuando los directores marcarían un antes y un después al estrenar la primera versión de la página web de la película, BlairWitch.com. Al principio, la página ofrecía muy poca información, escudándose en la falsa explicación de que posibles problemas legales estaban impidiendo a los cineastas ofrecer más detalles sobre las grabaciones incluidas en la película. El tráfico a BlairWitch.com y Haxan.com (la web oficial de Haxan Films, la productora de Myrick y Sánchez) experimentó un gran aumento tras las segunda aparición de la película en Split Screen, con carteles que especulaban sobre su veracidad, un debate que los cineastas dejaron desarrollar manteniéndose al margen.


Más tarde, en octubre de 1998, un oyente llamó al popular programa matinal de radio The Mark & Brian Show y habló sobre la película y su página web en directo, lo que se tradujo en 2500 visitantes en tan solo dos días. La película logró llamar más la atención cuando fue admitida en Sundance, ayudando a atraer multitudes a la primera proyección de la película en el festival.

 
Despliegue publicitario.

Tras la adquisición de El Proyecto de la Bruja de Blair por parte de Artisan en Park City, la distribuidora dio instrucciones a los cineastas de que continuaran desarrollando la web, añadiendo una gran cantidad de contenidos que reforzaban la declaración de la película de ser real, incluyendo supuestas fotos policiales, entrevistas con expertos ficticios y una mitología inventada sobre la Bruja de Blair. Mientras el estreno de la película, planeado en mitad de verano, se acercaba, BlairWitch.com estaba consiguiendo dos millones de visitas cada día, y los visitantes declaraban estar fascinados y aterrorizados por la cuidadosamente trabajada imitación de la vida real que hacía la película.

La web demostró ser una herramienta de marketing tan poderosa que Artisan decidió no pagar por ningún anuncio publicitario en televisión - aunque sí emitieron un especial de una hora de duración en el Canal Sci-Fi titulado La Maldición de la Bruja de Blair, donde de nuevo presentaban el caso de los estudiantes desaparecidos y el descubrimiento del material que habían grabado como si se tratara de un hecho real.


Toda la expectación que generó en Internet tuvo grandes resultados cuando El Proyecto de la Bruja de Blair se estrenó en cines el 16 de julio de 1999; estrenada en un principio en tan solo 27 salas, la película recaudó 1.6 millones de dólares en su primer fin de semana, una cifra que aumentaría a 140 millones al final de su andadura en cines.

 
Legado.

Hasta hoy en día, La Bruja de Blair permanece siendo una de las películas independientes más rentables jamás estrenadas, y mucho de ese éxito puede atribuirse a su innovador modo de usar Internet para atraer la atención de forma gratuita. BlairWitch.com no se limitó a vender la cinta, sino que ofrecía a los visitantes una experiencia única de forma separada a la película, pero que a su vez reforzaba el concepto principal en la mente de la gente.

Siguiendo los pasos de El Proyecto de la Bruja de Blair, el papel de Internet en el marketing de las películas fue reconsiderado en las salas de juntas de Hollywood, con un énfasis en utilizar contenidos originales y fáciles de usar como juegos, vídeos del “cómo se hizo…”, galerías de fotos, etc.

 

Actualmente, prácticamente cualquier éxito de taquilla estrenado por algún gran estudio tiene una importante presencia en Internet que incluye una adornada web junto con una página de Facebook, una etiqueta en Twitter o incluso un Tumblr. Si Space Jam o Tienes Un E-m@il (You’ve Got Mail) se hicieran en la actualidad, no sería suficiente el simple hecho de tener una página web, se les exigiera una experiencia web en condiciones.


Traducción propia de un extracto del libro "Film Firsts: The 25 Movies That Created Contemporary American Cinema" (2014) de Ethan Saul Alter.